Imaginate un paisaje que combina montañas increíbles con las playas y calas más pintorescas, carreteras serpenteantes y mucha diversión. Sin duda, el oeste de Mallorca une todas estas características, las cuales, unidas al buen tiempo que acompaña la isla durante gran parte del año, convierten esta ruta en coche por la Sierra de Tramuntana que te proponemos en este artículo, en una aventura con mayúsculas.
Además de playas enormes y calas de lo más recogidas, hay una parte de la isla que llama la atención por su belleza y que sumerge al viajero más curioso en el Mallorca más tradicional, y es que la Sierra de Tramuntana transmite toda clase de sentimientos. Es una caja de sorpresas que mezcla cultura, naturaleza y tradición en cada rincón de sus montañas. Hoy te traemos un pequeño ejemplo de lo que puede ofrecer el oeste de Mallorca, ¿Te vienes?
Algunos de los pueblos más bonitos de Mallorca están en la Sierra de Tramuntana
Banyalbufar
Callejea, piérdete por sus estrechas callejuelas. Este consejo sirve para cualquier pueblo de la Sierra de Tramuntana. Y es que el simple hecho de pasear por estos lugares donde parece que no ha pasado el tiempo es una auténtica maravilla.
Banyalbufar es uno de esos regalos que salpican toda la sierra en los que es casi obligatorio parar. La plaza de la Vila, con el correspondiente ayuntamiento y la iglesia de Santa Maria nos conducen al barrio alto de Es Penyal a través de unas escaleras empedradas. Si además, te das un baño en su preciosa cala, o visitas el pueblo al atardecer para disfrutar de esa luz tan especial de Mallorca, no querrás marcharte hasta que el sol se oculte tras el Mediterráneo.
Valldemossa
Encaramado en una colina en pleno valle de la sierra, este pintoresco pueblo esconde auténticos tesoros en cada una de sus estrechas y empinadas callejuelas. La vegetación parece salir de cada rincón de Valldemossa y las casas de piedra con las contraventanas verdes tan típicas de la sierra, dan la bienvenida al pueblo a los visitantes.
No sería exagerado hablar de Valldemossa como el pueblo más bonito de la sierra, aunque sí podemos afirmar que fue el más especial de todos los que vimos en nuestra ruta por la Tramuntana. No es de extrañar que personajes ilustres como Chopin y la escritora George Sand, además de personajes como Rubén Darío o Jorge Luís Borges se dejaron llevar por la belleza de este lugar en busca de inspiración.
Pero en Valldemossa hay un rincón muy especial que ha cautivado a todo aquel que ha conocido su historia, el palacio de la Cartuja, residencia real que Jaime II de Mallorca ordenó construir para su hijo Sancho I, aquejado de asma, a principios del S.XIV. Su interior esconde colecciones de arte, las celdas que habitaban los monjes, una farmacia que data de 1723 y una hermosa iglesia, todo ello rodeado de un bellísimo jardín donde desconectar de todo lo que nos rodea, y sentir la tranquilidad de la sierra.
Sóller
Nada más llegar a Sóller, no vas a tardar en descubrir cuál es el secreto de su popularidad. A lo largo de sus calles, su famoso tren recorre el trayecto entre esta localidad y Palma desde 1912 a través de un recorrido entre pueblos de la sierra, túneles y hermosos paisajes. Aun conserva ese aire clásico con sus vagones de madera, como un viaje en el tiempo que comienza en la estación de Sóller, la cual, acoge dos salas de exposiciones dedicadas a los pintores Joan Miró y Pablo Picasso, cuyas obras fueron donadas por un trabajador de la empresa de Ferrocarril de Sóller e hijo predilecto de la localidad, Pere A. Serra.
Pero Sóller ofrece mucho más que su ferrocarril, como la Iglesia de San Bartolomé, un precioso edificio del S.XIII que combina diferentes estilos arquitectónicos con una fachada modernista, estructura barroca y un campanario neogótico. Está situada en la Plaza de la Constitución, centro neurálgico de la localidad, donde se concentran una gran cantidad de bares y restaurantes, y otros edificios emblemáticos como el Ayuntamiento o el espectacular edificio modernista del Banco de Sóller.
Desde la Plaza de la Constitución, comienza la calle con más vida de la ciudad, la calle de La Luna, o Carrer de Sa Luna, llena de tiendas de productos locales, restaurantes y tiendas de ropa. Un paseo por el corazón de Sóller y sus tradiciones, su cultura y su historia.
Pollensa
La artesanía, la cultura y los mercados forman parte de la esencia mediterránea de Pollensa. Esta localidad situada en el extremo oriente de la Sierra de Tramontana esconde entre sus calles una gran cantidad de tiendas de ropa, artesanía o decoración, que además, se complementan con el mercado semanal que los domingos se celebra en la Plaza Mayor y alrededores desde las 8:00h hasta la 13:30h.
El mercado de Pollensa es uno de los más importantes de la isla, y destaca por la amplia presencia de un producto local de calidad. A los productos de alimentación como frutas y verduras, quesos, embutidos o productos en conserva, se les suman los puestos de artesanía, textil, calzado y complementos.
A pocos metros del mercado, ubicado en el interior del antiguo convento de Santo Domingo, se encuentra el Museo de Pollensa. Un edificio construido a comienzos del S.XVII y que desde el año 1975 alberga este museo con salas dedicadas al arte contemporáneo, a la prehistoria, la cerámica y hasta una pequeña sala que contiene un mandala budista que el propio Dalai Lama regaló al pueblo de Pollensa con motivo de su visita durante la exposición de Arte Budista Tibetano que se realizó en la iglesia del convento. Un muy lugar muy recomendable e interesante.
Callejeamos por el pueblo hasta darnos de nuevo de bruces con la Plaza Mayor y con el enorme rosetón de su parroquia Madre de Dios de lo Ángeles, fundada en 1236. Desde aquí, por la estrecha callejuela de Antonio Maura, comienza uno de los paseos más emblemáticos, una especie de peregrinaje hasta el punto más alto de la localidad, las escalinata del Calvario.
Los 365 escalones, uno por cada día del año, están bien custodiados por altos cipreses y por 14 cruces que conducen hasta la ermita del mismo nombre. Una especie de Vía Crucis que recuerda el camino que sufrió Jesucristo para su crucifixión. Desde arriba, las vistas sobre toda la localidad son una maravilla, y la música de un cantaor de flamenco hacía la visita aún más especial y que el esfuerzo mereciese la pena.
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Las calas y playas más bonitas al oeste de Mallorca
Estellenchs
Una recomendación de nuestra guía del free tour de Palma, y todo un acierto conocerlo. Tras probar una deliciosa paella en el restaurante Maristel Bistro & Bar del pequeño pueblo de Estellenchs, comenzamos el descenso por la estrecha carretera que nos conducía hasta una de las calas más espectaculares de Mallorca. Apenas cuenta con aparcamiento, durante nuestra visita en el mes de Septiembre, con el diminuto aparcamiento lleno, tuvimos que dejar el coche en mitad de la bajada, en un hueco que permitía el paso del resto de vehículos.
A pesar de este contratiempo, la visita a este lugar es muy recomendable. Nos encontramos ante una playa de piedra escondida entre la montaña y un puerto local, de aguas cristalinas y muy tranquila. Si la visitas entre semana, fuera de los meses de mayor afluencia, podrás disfrutar de esta hermosa cala casi para ti solo. Sin duda, todo un descubrimiento, lejos de las masificaciones y diferente al resto de calas que hay repartidas por toda la isla.
La Calobra (Torrent de Pareis)
Llegar hasta este lugar es ya toda una aventura y un espectáculo de la naturaleza. Una carretera con cientos de curvas rodeada de un paisaje maravilloso que termina literalmente en el mar. No hay vuelta atrás, una vez aquí, la única manera de salir es recorrer de nuevo la serpenteante carretera de montaña. Pero tranquilo, una vez llegues a Sa Calobra, no vas a querer dar la vuelta.
Desde el puerto un camino conduce a través de túneles excavados en la tierra hasta la espectacular playa de Torrent de Pareis. Los estrechos túneles terminan en una especie de coliseo romano gigante, un circo rodeado de montañas que se abren hacia el mar a través de un hueco entre ellas, formando una playa de aguas tranquilas y cristalinas.
Playa de Formentor
A mitad de camino entre Pollensa y el famoso faro de Formentor se encuentra una playa de arena blanca y aguas turquesas rodeada de vegetación y montaña. Parece sacada de cualquier país tropical, perfecta para tirarse al sol o darse un refrescante baño en sus aguas tranquilas.
Cuenta con un amplio parking de pago, única manera de estacionar el vehículo. Sin embargo, desde 2021, del 15 de junio al 15 de septiembre, se ha restringido el tráfico a lo largo de toda la carretera, desde Pollensa hasta el faro de Formentor desde las 10:00h hasta las 19:00h. Desde el gobierno local han habilitado un bus lanzadera para evitar aglomeraciones durante los meses de mayor concurrencia.
¿Significa eso que no puedo subir en coche hasta la playa para después acceder hasta el faro? Es posible solicitar una autorización para llegar hasta la playa enviando un correo a formentor@dgt.es, sin embargo, la carretera de la playa hasta el faro permanece cerrada hasta las 19:00h durante los meses de verano.
Qué más puedo ver en Tramuntana
Visita el embalse de Cúber
Este embalse rodeado de montañas en la carretera de Sóller a Pollensa es uno de los lugares más tranquilos de toda la isla donde disfrutar de un rato de naturaleza y fauna local. Tras aparcar el coche en el pequeño aparcamiento al noreste del embalse, comenzamos una sencilla ruta circular de apenas tres kilómetros, pasando por el refugio de Cúber, la presa y bajo la montaña de Puig de Sa Rateta. No es raro encontrar ovejas, vacas y varios tipos de aves a lo largo del recorrido, y aunque durante los meses de verano el embalse no esté al cien por cien, merece la pena una visita para conocer este espectacular paisaje de esta ruta por la Sierra de Tramuntana.
Faro de Formentor, la estrella de la ruta por la Sierra de Tramuntana
Otra de esas carreteras para los amantes de las curvas y los paisajes de locura. La carretera de Formentor está salpicada de miradores donde disfrutar de esta maravilla natural y que conducen hasta el punto más emblemático de la Sierra y de toda la isla de Mallorca, el Faro de Formentor.
Agárrate porque vienen curvas, pero es que el premio que encontramos al final del camino, es inmejorable. La hora del atardecer es la más deseada por todos los visitantes, y desde luego, el esfuerzo merece la pena. La luz del sol que se oculta en el horizonte, los faros de los coches que llegan y se van. Sí, desde el propio faro la imagen es una belleza, pero es que desde la lejanía, la panorámica que tenemos ante nosotros es simplemente maravillosa.
Alrededor de un kilómetro antes de llegar al faro existe un entrante donde podremos estacionar nuestro vehículo. Desde allí podemos ascender una pequeña colina de piedra y rocas para obtener una vista diferente y perfecta del faro al atardecer. Ten mucho cuidado al caminar entre las rocas, sobre todo cuando regreses al coche a oscuras tras caer el sol.